lunes, 3 de noviembre de 2008

Crisis financiera en los Estados Unidos: la caída de las bolsas intimidó al mundo

El parlamento declinó el plan de Bush, tras el sufragio de los republicanos. Enfocado en las elecciones, el partido del Primer Mandatario desterró la posibilidad de que el Estado tome parte en los mercados. Van en busca de una salida urgente, que impida que la crisis siga en movimiento.


En una de las épocas más delicadas de la historia económica de los Estados Unidos, la Cámara de Representantes dejó boquiabierto al mundo ayer cuando rechazó, con sufragios del Partido Republicano de George Bush, el paquete de rescate de u$s 700.000 millones concebido por la Casa Blanca con el objeto de frenar un colapso bursátil nunca antes registrado. El acontecimiento suscitó una baja en el Dow Jones de 777 puntos, la cifra más elevada desde el desarrollo de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, también, la mayor en cuanto a volumen y a pérdida de riqueza. En esta única jornada se perdieron 1,2 billones de dólares, casi el doble del rescate que se buscaba.

La jornada lanzó caídas sin precedentes en todo el planeta: mientras en Asia y en Europa promedió el 5%, en Irlanda el número se estiró hasta llegar al 8%. Todas las capitales importantes vieron cómo sus valores bursátiles se desgajaban. Aunque fue el norteamericano medio, como cualquier hijo de vecino, quien mejor advirtió el vacío de poder y la carencia de liderazgo en Washington. La secuencia se remontó a la crisis asiática y a la depresión de la firma Long Term Capital Markets. A partir de entonces, se empezó a deliberar sobre los altos riesgos hallados en el sistema debido al elevado nivel de inversiones realizadas con déficit y también debido a la creatividad de los operadores, que se ubicó por sobre a capacidad de los reguladores. Una cuestión que se reveló, entre otros, en los estudios efectuados por el F.M.I. y el Banco de Basilea.

Desde entonces, se sugirió la necesidad de modificar la estructura financiera internacional, aunque no se hizo lo suficiente ya que el mundo de las finanzas tiene la aptitud de oprimir y de colocar a sus partidarios en los gobiernos con la meta de sortear las normas que aminoren su competencia para movilizar el dinero y producir rédito. Asimismo, no es nuevo el progreso que sufrió el rubro inmobiliario. Un autor que elaboró una precoz y minuciosa observación, en cuanto a la crisis asiática, fue Roubini.

Aunque los gurúes de la economía, como aquellos que dirigieron la batuta de Lehman Brothers y Merrill Lynch, condujeron a sus firmas a la ruina.

Durante la jornada de ayer, todos los medios se encargaron de reflejar la peor cara política norteamericana. Si bien Bush y los referentes de los dos partidos en el Congreso concordaron y persistieron en que el paquete era fundamental para prevenir una realidad aún más desastrosa, 133 republicanos y 95 demócratas manifestaron una opinión desfavorable, mientras que 140 demócratas y 65 republicanos dieron su voto a favor. Desta manera se mostró una clara fragmentación, particularmente en el oficialismo.

En principio 12 diputados republicanos iban a votar a favor, pero a último momento optaron por cambiar de decisión. No hubo ninguna reforma, como las introducidas al plan concerniente a brindarle mayor nitidez y control, y a reducir esencialmente la suma a una cuota básica de u$s 250 mil millones, que los hiciera poner en duda su juicio.

Gran parte de estos legisladores, más interesados en su reelección en noviembre, escogieron enfilarse detrás de los votantes de sus correspondientes estados creyendo que los bancos no merecen ser salvados con el dinero de quienes pagan los impuestos al Estado. Por lo tanto, para los republicanos el Estado no debía entrometerse en la operación de salvataje. Entre tanto, ciertos demócratas desaprobaron el proyecto porque lo juzgaron insuficiente. Los demócratas siempre protegieron un Estado intervencionista en la economía para garantizar su óptima marcha, y más aún en épocas de vacas flacas.

Prontamente, Bush confirmó que Norteamérica eludirá la actual crisis financiera y que “seguirá siendo la economía más dinámica del mundo”. Para esquivar una nueva caía de los mercados, ayer los legisladores estadounidenses divulgaron un convenio para admitir el plan de salvataje, que sería ratificado hoy. Sin embargo, los parlamentarios temen el “verse arrastrados” por la Casa Blanca y aspiran a “mantener determinado control” sobre el proyecto.

La resistencia al plan tuvo dos grandes aristas. Los republicanos más reacios sostuvieron que era inconveniente penetrar en el libre mercado, y tildaron al plan de “socialista”. Estos hombres eran más proclives a la idea de que los bancos grandes digieran a los más chicos. Por su parte, los diputados del ala liberal-progresista demandaron una mayor reglamentación sobre los mercados y estimaron que el plan de salvataje fue producto de que sus exigencias no fueran oídas. Igualmente, el paquete no tuvo en cuenta un amparo para los propietarios de viviendas, que las están perdiendo al no poder abonar sus hipotecas sino exclusivamente para los bancos.

De acuerdo a la visión del periódico Financial Times, el avance del suceso en el sistema financiero pudo haber estimulado al voto por el no. El hecho de que la Washington Mutual haya recalado en bancarrota y la fugaz adquisición de Wachovia por parte de Citigroup, les proporcionó los inseguros razonamientos referidos a que el sistema ya podía incorporar las dificultades de los bancos que venían de capa caída. La alternativa alusiva a recapitalizar directamente a los bancos en problemas fue ganando adeptos entre muchos economistas, según mencionó Financial Times en su sección Lex.

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