domingo, 26 de septiembre de 2010

Durmiendo con el enemigo

¿Tiene problemas para dormir? Si la respuesta es afirmativa, a modo de consuelo, sepa que usted no es el único al que atormentan: es uno más de los miles de argentinos con trastornos del sueño, un mal que está en alza. El relacionista público Gabriel Bourel cuenta la odisea que atraviesa toda vez que se acuesta. Los especialistas recomiendan calma y terapias. La vieja técnica de contar ovejitas parece quedar en el olvido…


Pasamos en promedio un tercio de la vida durmiendo, tiempo esencial para recargar energía y digerir aquello que se ve y aprende de manera cotidiana. Preciadas horas, comparables a un manjar por el placer que genera en los seres humanos.

Aunque no todos corren la misma suerte. A medida que el día se escapa, mientras la mayoría de los ciudadanos vuelve a su casa, Gabriel Bourel inicia una jornada laboral a la que se enfrenta debilitado. Hace un año que es RR.PP. del pub Jack Flash, ubicado en la costanera de Martínez. Como tal, está habituado a turnos durante la noche, que son los más complejos porque se vive al revés.

Aguantar el agitado ritmo de la noche porteña, es una mochila demasiado pesada para cargar sin pasar sobresaltos. Es allí donde el imperioso momento de acostarse se convierte en ansiedad. "Por la noche me despierto, al menos, entre dos y cuatro veces", comenta Bourel. Un andar que choca bruscamente con sus intentos por descansar.

Erosionadas, las defensas del organismo poca resistencia pueden ofrecer, absorbiendo hábitos que no tardan en pasar la cuenta. Una factura que se refleja debajo de sus sábanas, teniéndolo a maltraer.

Su desorientado reloj biológico lo conduce hacia un estéril, fastidioso e incansable peregrinar. El lujo de conciliar armoniosamente el sueño, faraónica misión, se transforma así en un proceso que debe enfrentar: el estrés. "Casi que ya no logro conciliar el sueño, me puedo pasar largas horas sin dormir. Cada día que pasa, duermo peor", relata Bourel.

Pese a la extenuación, los ojos del protagonista se abren como persianas por la madrugada, despabilándolo por completo. Una misma piedra con la que vive tropezándose, por no decir una lucha titánica. Sin embargo, la torpeza poco tiene que ver en este caso. A partir de estos datos clave, se empieza a tejer la historia.

Cortando por lo sano, a menudo pide ser "espiado" mientras duerme. ¿Cómo tan así? Pues bien, enfundado en un pijama de seda, el racconto vivencial lo ubica recostado sobre la cama del coqueto y equipado consultorio que E-Sleep tiene en San Fernando.

Al compás, el Dr. Claudio Podestá distribuye un cúmulo de electrodos y sondas alrededor del cuerpo de Bourel. Cableríos de por medio, tan pronto una aniñada aunque incómoda vergüenza se apodera de su conciencia. Pero claro, resulta que es el bautismo del paciente: su sueño, nunca antes, había sido monitoreado con esmero.

Sucede que en ese interín, los pensamientos secretos más profundos, y hasta en ocasiones ocultos e insólitos, quedan expuestos como presa de piraña. Hasta aquellos de los cuales uno mismo ni siquiera tiene noción. Lo sentía como si le estuviesen ultrajando su intimidad, ese momento personalísimo donde todo individuo se deja fantasear. Un trance donde la psíquis tan nuestra de cada día ostenta su cara más visible.

El pensamiento, la conducta y los impulsos pierden aquella brújula que los controla. Y toda esa escena quedará registrada en imágenes, sonidos y gráficos como una postal audiovisual.

Tras una prolongada y tediosa espera, asimilable a un viaje de larga distancia, finalmente cae planchado como una marmota. Delicada situación, casi que debe suplicarle a Dios y a la Virgen para llegar a pegar un ojo, auténtico manto de piedad.

Al despertarse repetidas veces, la noche se segmenta y concluye demasiado rápido, como la vida útil de un fósforo. Estos sueños fraccionados impiden una vida sana. "Los micro despertares provocan que el cerebro no descanse de modo adecuado, impidiendo un proceso de restauración normal", explica Podestá, que además integra el staff del Laboratorio de Sueño y Vigilia del FLENI.

A esta altura, lograr un sueño intenso, estable e integral es un anhelo que se queda sólo en las ganas. Agudo nerviosismo es la sensación que le sigue. En el amanecer que se avecina, el inminente día del juicio final va tomando fuerza.

La medicina del sueño, conocida en la jerga científica como la polisomnografía nocturna, arrojará el diagnóstico solicitado y detallará las dificultades a la hora del descanso. Instancia en la que el paciente sabrá si es uno de los tantos argentinos que, combatiendo en la misma batalla, pasan a engrosar las estadísticas como víctimas de la Luna negra.

Según un estudio de la unidad fisiológica del CONICET, relevado en el corriente año, el 25% de los nativos tiene una acérrima enemistad con la almohada de plumas. Porcentaje que aumenta hasta el 50% de la población nacional, si se considera a aquellos con leves inconvenientes en el dormir. Números que van in crescendo, también, si de mujeres y mayores de 65 se trata.

Ver televisión o utilizar la computadora, en el acto previo al reposo, son las costumbres más criticadas por los expertos. "Hay personas a las que les cuesta mucho sacar el televisor de la pieza. El primer paso, hacia un descanso saludable y efectivo, es suspender su uso por lo menos unos veinte minutos antes de disponerse a dormir", expresa Podestá, miembro fundador y ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño.

Los especialistas sostienen que es fundamental establecer un horario para ir a la cama y otro para levantarse, al igual que nunca ir a dormir con el estómago vacío. Pero ojo: ingerir alimentos livianos y fijarse en cada detalle. "La ropa de cama no tiene que ser pesada, sino más bien liviana, en la cual uno sienta que está abrigado. Además, las cortinas de la habitación deben evitar cualquier entrada de luz que provenga desde el exterior", señala el neurólogo Podestá, quien publica investigaciones en revistas nacionales y extranjeras sobre la materia.

Si bien Bourel tiene 33 años, quienes superan los 50, son sedentarios o padecen de sobrepeso son firmes candidatos a convivir con problemas para armonizar el sueño y permanecer dormidos. Estos sueños fraccionados, que ponen en jaque la atención, la memoria, los reflejos y hasta la personalidad, lesionan la salud transversalmente: la física, la mental y la emocional.

Todo parecería indicar que el célebre arrorró ya está demodé. Las cifras aludidas encienden la certeza de que pasar la noche desvelado, bajo vigilia como un guardia, y el día entre bostezos son un mal en alza.

A ritmos de vida, cada vez más a la ligera, el interrogante pasa por saber si nos dirigimos hacia una sociedad de zombies, personajes fuera de sí y con nula capacidad de reacción.

Los desórdenes del sueño pican en punta, manteniéndose en el candelero de las noticias. Y las estrellas de tapa, durante esta época contemporánea, son el insomnio y la pérdida de somnolencia a causa de los ronquidos. Desde la crisis de 2001, este dúo se ubica a la cabeza de las alteraciones más comunes.

Hoy, con una medicación que induce al sueño, hecha a medida, y una terapia de relajación, el descanso parcial de Bourel va camino a ser de tiempo completo.


Datos útiles: dónde tratarse

Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral

Fundación FLENI

E-Sleep

Instituto Ferrero de Neurología y Sueño (IFN)


Más información:

American Academy of Sleep Medicine




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